27 octubre 2007

Él y Ella

Es difícil entender todo lo que pasa. Es difícil entender todo lo que se siente. Y es más difícil, aún, entender todo lo que se puede hacer cuando alguien ama.

Cuando la llamaste para pedirle perdón y casi gritarle al oído lo mucho que la extrañabas, ella no cabía en su pellejo pues jamás pensó que tú, el gran machazo, daría, varias veces, el primer paso para la reconciliación de ambos.

Inventó rápidamente una excusa tonta para salir de su casa y darte el encuentro en el lugar pactado. La “excusa tonta” era obligatoriamente necesaria, pues su celular sonó cerca de la medianoche cuando ella ya estaba profundamente dormida y, paradójicamente, antes de ir a dormir le había pedido a sus padres que no le pasen ninguna llamada telefónica porque estaba muy agotada y necesitaba descansar ya que durante varios días no había podido conciliar el sueño a su entera magnitud.

Ella confesó que volver a tu lado era volver a la nada. El miedo de volver a verte la embargaba hasta sus entrañas. Las piernas le temblaban y todo su cuerpo tiritaba al pensar qué te podía decir cuando te vea, o lo peor, qué le podías decir cuando la veas cambiada. Su cabello, ya no era el mismo y se lo cortó no porque terminó la “relación”, si no, porque simplemente detesta peinarse.

Se vieron a cinco metros y sonrieron con ternura de cómplices, pues ambos reflejaban las ganas que tenían de amarse aquella noche que la llovizna los mojó y que fue testigo de todo el amor que se entregaron hasta el amanecer. Un beso en los labios fue el inicio de las ganas que tenían de vivir juntos, de envejecer juntos, de reír y llorar con un vaso de whisky para brindar por todo lo bueno y para ahogar las penas de lo malo que les pasaba. Otro beso en los labios fue el sello de las entrañables ganas que tenían de nunca más volver a separarse, de nunca más hacerse daño y, sobre todo, de nunca más herirse.

Han pasado más de dos años y todo se cumple como ella lo presagió. Volvió a la nada. Está contigo pero tú no estás con ella, los prejuicios en tu mente y lo miedos en tu corazón te alejan cada vez más. ¿Para que la buscaste? quizá para ser amigos, entonces ¿para qué y por qué la besaste? porque te gustan sus labios o porque querías sentirte querido, ¿por qué la amaste como lo hiciste esa noche cuando ella se entregó como siempre? acaso quisiste burlarte de ella o acaso querías comprobar que cada vez que tu la llamas ella está ahí.

La vida es difícil pero, como dice ella, hay que saber vivir los buenos momentos que la vida te ofrece. Son ya las 8 de la noche y ella aun te espera, como todos los días, a la salida de tu trabajo. No le importa tener que soportar el frío por más de dos horas mientras espera que llegues a su encuentro.

Ella confesó, hoy, que éste será el último día que te espera junto a su soledad porque mañana saldrá de su trabajo al encuentro de aquel hombre que siempre la amo. Cada vez que tú y ella se encuentran, ella tiene que esperar dos horas en la puerta de la calle del edificio donde trabajas hasta que salgas. Pero, ahora, esas dos horas las pasará con el hombre que le jura y le ofrece amor de verdad. Intentará en esas dos horas diarias volver a enamorarse de él para luego encontrarse contigo y sentir cada vez menos cariño y amor hacia ti. Ella está segura que a tu lado seguirá en la nada.

La vida es difícil, pero, como dice ella sólo hay que saber vivirla.